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Uno de mis lectores me hizo el muy justo comentario sobre la vocación esclavista de Cristóbal Colón. No podría estar más de acuerdo, y sirva este párrafo para darle su derecho de réplica. Además, mi asiduo y paciente lector, estuvo absolutamente de acuerdo en que hayan retirado su estatua en Paseo de la Reforma. Claro está que no me ha escrito para decirme que también está de acuerdo que hayan aparecido simultáneamente las estatuas de Castro y del Che en la delegación Cuauhtémoc, y no lo hará, porque lo conozco muy bien. Sé que es una persona sensata, y por otro lado, su postura en contra de la esclavitud es igual a la mía. Simplemente este no es un tema que pueda estar a discusión. Ambos tenemos la duda de quien ocupará esta glorieta, y apuesto un frijolito a que no regresa. Y ya que estamos en proceso de retiro de estatuas, solicito por este medio, retirar el mamotreto infame del Cerro de las Campanas. Tengo varias ideas de que poner en su lugar, pero eso será tema para otro día.
Todo lo anterior no le quita a Colón su espíritu emprendedor y empresarial. Imagine usted el contrato que logró firmar donde le dijo a los más poderosos monarcas del mundo en su época: tu pones el dinero, y yo mi experiencia; tú te quedas con el 90%, pones los gastos, y yo me quedo con el 10% bruto y libre de gastos. Además, seré el gobernador de todo lo que descubra, y mi puesto será heredable a perpetuidad. Los otros firmaron, y esto fue realmente sorprendente.
No obstante, su gran defecto fue ser apátrida, y esclavista, lo que le costó la recisión del contrato ―Capitulaciones de Santa Fe― que fuera puesto preso, y le fuera arrebatado todo lo obtenido. Algo similar le pasaría a Cortés con el rey y emperador Carlos. Entro en materia:
Hernando Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, fue un joven bien preparado, de familia acomodada, estudió jurisprudencia, lenguas, y especialmente latín en la universidad de Salamanca, que hoy sería tanto como presumir de haber estudiado en Harvard. Inquieto e inconforme de no ver oportunidades en una Europa saturada y convulsionada, pero sobre todo de saber que un almirante regresaba a Sanlúcar de Barrameda en 1504 de su cuarto viaje, de un lugar que se comenzaba a llamar el "Nuevo Mundo” o "Las Indias”. Este mismo año que Colón regresaba para morir dos años después, el muy joven Fernando, como realmente se llamaba y le decían, de 19 años, llegaba a instalarse a la isla de La Hispaniola (La Española) hoy República Dominicana, para avistar nuevos horizontes. Su primo Francisco Pizarro ya se le habría adelantado dos años antes, en un viaje donde Cortés, por un accidente en su pierna ya no lo pudo acompañar. No se sabe si se hayan encontrado los primos en esta isla, pero lo cierto es que Pizarro ya andaba por Colombia para seguirse y descubrir el Perú, cuando Cortés apenas llegaba a la isla.
Este mismo año de 1504, murió la reina Isabel, quien habiendo arrebatado y cancelado todo con la familia Colón, le habría encomendado la gubernatura de las islas a Nicolás de Ovando. En 1509, ya viudo el rey Fernando le regresaba la gubernatura a Diego Colón, el primer hijo del almirante. Cortés, para entonces ya se habría hecho dueño de tierras, las habría cultivado con diversos productos, pero sobre todo se habría instalado como escribano en la población de Azúa, al sur de la isla. En otras palabras estaba afilando el colmillo, y logrando posicionarse como una autoridad en el lugar. Eso de ser notario siempre ha sido buen negocio.
Entre 1510 y 1511, llegaron a Cozumel dos peninsulares de nombre Gonzalo Guerrero, y Jerónimo de Aguilar, quienes en este punto no serían más que un par de cientos de aventureros que ya habrían pisado el continente años atrás. Aguilar sería pieza clave para la conquista.
En 1511 Diego Colón nombra a Diego Velázquez, "adelantado” y gobernador de Cuba, con el propósito de comenzar a poblar esta isla la cual le llamó "Fernandina” para ganarse la buena voluntad del rey, más que la de Diego Colón. Cortés es nombrado tesorero por Velázquez, lo que le da un gran poder en la región. Es aquí y en este año, donde conoce a quien sería su "socio” e incondicional en los años venideros. Muchas cosas le haría ganar, pero al final un error le provocaría perder todo. Se trataba del "güero” Pedro de Alvarado, quien por su rubia cabellera, sería llamado Tonatiuh (sol) por los lugareños en tierra firme.
Hubo un momento que por intrigas entre Velázquez y otros oportunistas peninsulares, Cortés fue hecho prisionero por apoyar acusaciones que pesaban sobre el gobernador. En una de las primeras y más complejas negociaciones entre Cortés y Velázquez, para ser liberado aceptó casarse con una española, quien era dama de compañía de la esposa de Diego Colón. Su nombre: Catalina Xuárez Marcaida, lo que de algún modo lo acercaba a Diego Velázquez, y quien no tardó en nombrarlo alcalde de Santiago de Cuba, al sur de la isla. Ya era 1515, y el joven empresario, sin dejar de ser escribano, con apenas 30 años, aceptaba este puesto burocrático para acumular poder y dinero. Ya visualizaba para entonces la importancia de fundar ciudades donde hubiera poblaciones para fomentar el mestizaje, tema que pocos o nadie creían en esta teoría, pero que el tiempo le daría la razón, y además, muy buenos e intensos problemas con el rey heredero Carlos, quien apenas cumplía 15 años.
Al año siguiente, en 1516, moriría Fernando el católico, y el trono legítimo debería ser para su hija Juana, madre de Carlos, pero las locuras del poder hicieron esgrimir el mismo argumento para acusar uno a su hija, y el otro a su madre, de "locura” para encerrarla de por vida en Tordesillas (España). Creo que Cortés se hubiera entendido mejor con la reina Juana, que con su hijo Carlos. Ciertamente la reina Juana estaba algo desatada por celos que le ocasionaba su esposo Felipe, quien para colmo de apodos le decían "el hermoso”. Ya se gestaban para entonces las intrigas para definir quién sería el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que lo ocupaba para entonces el padre de Felipe y por ende abuelo de Carlos, me refiero a Maximiliano I de Habsburgo. Si bien, Carlos era el candidato ideal, tampoco lo era en automático, pues se elegía por votación de concejales.
En 1517 salió de Cuba, la primera expedición a tierra firme comandada por Francisco Hernández de Córdoba, quien alcanzó a llegar hasta Tabasco. Piloteaba Antón de Alaminos. Mientras, Cortés observaba, y seguramente ya plasmaba en el papel su proyecto…
En 1518 salió la expedición de Juan de Grijalva, piloteada por Antón de Alaminos. Cortés ya se frotaba las manos, pues para entonces ya tenía mucho dinero, y por lo mismo sentía que su momento había llegado. Un buen pretexto fue proponerle a Velázquez una nueva expedición, puesto que Grijalva no regresaba, y pues, acomedidamente, había que ir a rescatarlo.
Moctezuma Xocoyotzin II cumplía este año 52 años, y llevaba 16 de estar al frente del más impresionante imperio que la humanidad hubiere imaginado, y desde entonces ya estaba perfectamente informado que unos hombres barbudos llegaban por la misma dirección donde habría desaparecido Quetzalcóatl, y que tenían intenciones poco claras. La interpol del emperador funcionaba a la perfección.
La diferencia abismal entre Colón y Cortés como empresarios, fue que el primero armó un gran plan de negocios "de saliva”, y el segundo uno más estudiado, menos arriesgado, pero de largo plazo. Cortés vendió todas sus pertenencias, apostó todo su capital, y todavía pidió préstamos. Don Fernando partía, o más bien podría asegurar que se daba a la fuga de Santiago de Cuba, pues tenía una orden de aprehensión de Velázquez, quien ya se había percatado que no era una simple expedición de exploración, sino que llevaba todo lo necesario para poblar, lo que tenía terminantemente prohibido. Ya había podido contactar a Grijalva en su accidentado regreso, y todavía con una escala en el puerto de Trinidad a mitad de la isla, logró aprovisionarse con todo lo necesario en diez barcos, logrando zarpar de este punto el 10 de febrero de 1519, con Antón de Alaminos al timón. Diría Julio César: "alea iacta est” o "la suerte está echada”.
Si se estima que Cortés hubiese nacido en julio de 1485, entonces iniciaba una de las grandes epopeyas de la humanidad, a sus 33 años. Querido lector, si dije epopeya, quizás me quedo corto y no será posible que le explique mi punto de vista en ocho cuartillas. Le ruego el beneficio de la duda para cuando tengamos una mejor oportunidad de tiempo y espacio. Si no está de acuerdo, dejémoslo entonces en una de las más grandes empresas que haya visto la humanidad.
Siempre he creído que la suerte si existe, pero solo acompaña a los audaces, y le da la espalda a los cobardes. Cheque mi afirmación en los dos párrafos siguientes:
El 27 de febrero llega a Cozumel y se encuentra con Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, quienes dominaban perfectamente la lengua maya, por lo que Cortés, sabiendo que si vencía la barrera del idioma podría darle una ventaja sin igual, los invita a sumarse a la expedición. El primero ya tenía esposa, hijos, y prácticamente lo consideraban cacique, por lo que amablemente rechazó la oferta. El segundo ni lo pensó, pero faltaba la otra mitad de la "suerte” llamada: Malinalli.
El 25 de marzo logra vencer en la batalla de Centla en Tabasco, y el 15 de abril logra una alianza importante con los lugareños, al punto que su líder llamado el Cacique Gordo, le regala 20 mujeres, y entre ellas a quien de inmediato bautizarían como Marina, siendo entregada a uno de sus capitanes llamado Alonso Hernández Portocarrero. En poco tiempo Jerónimo de Aguilar, quien ya fungía como intérprete de los mayas, observó que Marina hablaba en otro idioma con los totonacas. Dominaba la lengua de sus más odiados enemigos extranjeros: los mexicas, es decir el Náhuatl, por lo que puso sobre aviso a Cortés, quien la tuvo junto a él en todo momento. Llegaba la otra mitad de su "suerte”, y en realidad estaba junto a "la conquistadora”.
El 21 de abril llega a Ulúa, Veracruz y el 22, como escribano por oficio, y jurisconsulto de carrera, Cortés funda la primera ciudad del continente construyendo chozas y con una gran cruz que ya habría sido colocada en este lugar para oficiar la primera misa en semana santa. A este lugar le pone por nombre: La Villa Rica de la Vera Cruz (cruz verdadera).
Entre el 15 y 25 de mayo se establece formalmente el cabildo, donde por elección de sus capitanes recibe el nombramiento de capitán general y justicia mayor, con la anotación que decía "hasta que su majestad el rey, no disponga otra cosa”. Con esta medida, Cortés rompía unilateralmente la línea de mando que lo ataba al gobernador Diego Velázquez, y dejando sin efecto las instrucciones que habría recibido de él. Digamos que la asamblea de accionistas de esta nueva empresa, lo habrían nombrado presidente del consejo y director general.
Faltaba que el CEO del corporativo internacional, Carlos I de España (todavía no era emperador sino hasta el 26 de octubre) se enterara de esta junta de accionistas, por lo que el 10 de julio se redacta y se firma el acta de cabildo por todos los "socios”. El 26 de julio salen rumbo a Castilla, los capitanes Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, con un documento que formaría parte del libro más famoso del conquistador llamado: "Cartas de Relación”. En este caso era la primera carta más el acta de cabildo, y el correspondiente pago de impuestos del primer semestre de actividades, el cual se le conoció hasta antes de la independencia como "el quinto real”, es decir el 20% de lo "recaudado”. Hoy deberíamos llamarle el tercio real, y por lo mismo el lector comprenderá mí no$talgia por la historia. Además, Portocarrero y Montejo, llevaban gran parte de los amables obsequios disuasivos que ya le habría enviado Moctezuma a Cortés, con sus agentes especiales, y que constaban de piezas de oro, plata, plumajes, prendas, y un sinfín de exquisitos y desconocidos objetos que llegarían muy oportunamente a un Carlos I endeudado y quebrado, lo cual le serviría para pagar los sobornos que requería dar al consejo que lo nombraría emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Por lo pronto y de la nada, al rey Carlos se le apareció una nueva ciudad al otro lado del océano, un nuevo gobernador que en su vida habría escuchado de él, y una nueva "cuenta bancaria” con depósitos en especie entregada a domicilio. Por falsas conspiraciones, Hernández Portocarrero fue encarcelado al llegar a España, y todo indica que murió en prisión. La viuda de este efímero personaje se convertiría de ahora en adelante, en la mujer de Cortés, y a él le comenzarían a decir "capitán Malinche” o dueño de Malinalli. Ojo… a doña Marina le decían los suyos Malintzin, y jamás Malinche. Así que, este es otro tema que la historia y crónica oficial tienen que reparar.
En mi punto de vista, Cortés tuvo tres momentos clave que definieron el éxito de su empresa. El primero fue salir de Cuba. Se le atribuye una leyenda donde Cortés le grita a Velázquez desde la cubierta del barco: …”y usted disculpará su merced, pero hay cosas que primero han de ser hechas que pensadas”. Y si no lo dijo porque yo lo haya leído en alguna de las múltiples versiones de la conquista, pues bien que lo hizo.
El segundo momento fue conocer a Malintzin. Yo me refiero a ella como "la conquistadora”.
El tercer momento fue la mejor decisión que tomó en toda su aventura en el nuevo mundo, y sucedió en los últimos días de julio de este trascendental año de 1519. Consistió en evitar que cualquiera de sus capitanes tuviera la tentación de echar marcha para atrás, pues con lo que todos ya habían visto en seis meses, era para aflojarle los pantalones al más valiente, así que, Cortés decidió "hundir sus naves” haciéndole unos barrenos, y dejarlas inútiles para navegar, pero reutilizable en su madera, la cual eventualmente ocuparían más adelante. Debió pasar por la mente de este audaz empresario, la posibilidad de que él mismo se "rajara”.
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
La visión que tuvo Cortés sobre la forma que debiese tener el Nuevo Mundo, es la escencia de esta novela de ficción histórica, misma que presenté exactamente hace un año en el Hospital de Jesús, institución fundada por el Conquistador en 1524.
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