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LA REINVOLUCIÓN MEXICANA

Noviembre trece de dos mil veintiuno

Ahora puede disfrutar en audio, pulsando al final del presente ensayo. Tiempo de lectura 15 min.


     De la misma forma que el Reino Unido ha convertido en héroes y nobles caballeros, a viles matones y piratas como “Sir” Francis Drake, o a “Sir” Walter Raleigh, México tiene con letras de oro en su congreso a infaustos personajes como Francisco Villa, mientras el nombre de Agustín de Iturbide “brilla” por su ausencia. Nadie dice nada. Nadie reclama esto, excepto yo.


Menciono a Villa, a propósito de encontrarnos en la efeméride del inicio de “La Reinvolución Mexicana”. 


Reinvolución. 


Querido lector: no se canse de buscar esta palabreja en el diccionario, pues la acabo de inventar para referirme a lo que nos ocurre desde el 19 de marzo de 1823 al día de hoy, pasando por la célebre fecha inaugurada en 1910, y me refiero al 20 de noviembre. 


“Reinvolución” es el proceso en que nos encontramos marcadamente desde hace 111 años.

 

Para explicar brevemente mi ocurrencia, involución significa: Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc. y el prefijo Re, tiene varias acepciones como: repetición, hacia atrás, intensificación, oposición, resistencia, o negación. Por lo anterior, reinvolución es lo contrario a evolución, y además en procesos repetidos, intensificados, y negados a que ello cambie.


Por supuesto que todo es relativo, y si bien en 1911, don Porfirio Díaz nos dejó 20,000 km de vías férreas, por poner un solo ejemplo de “evolución”, hoy no tenemos trenes de pasajeros, y miles de kilómetros de rieles fueron desmontados en época de Zedillo y traficados como fierro viejo. Ese progreso, esa evolución ¡se fue “al kilo”! Claro está que Villa hizo volar con dinamita muchas vías y ferrocarriles, por lo que hay que sumar la Reinvolución de Villa y Zedillo, para entender porque no podemos movernos en tren en México. Como dije, este es un solo ejemplo de cómo convertir la evolución de un visionario tecnológico como Porfirio Díaz, en una reinvolución sistemática y permanente de la cual parece que no podemos zafarnos.

 

Hay dos razones para que esto ocurra, y la primera se la debemos al célebre florentino Nicolás Maquiavelo, quien en 1513, en su manual para gobernantes sin escrúpulos, “El Príncipe”, escribió algo que se ha vuelto “la verdad” para la mayoría de los presidentes que llegan al poder, pues en su capítulo V, dice así: “Hablando con verdad, no hay medio ninguno más seguro para conservar semejantes Estados que el de arruinarlos. El que se hace señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre, y no descompone su régimen, debe contar con ser derrocado él mismo por ella”. En Latinoamérica están doctorados en esta materia, y como Nico dijo que hablaba con “verdad”, pues entonces simplemente es, “La verdad”. La verdad de amlo, de Maduro, de Ortega, de Fernández, de Piñeira, y otros aprendices de “príncipes”.


Querido lector, arruinar y descomponer, son los dos verbos clave. No los olvide. 


La segunda razón es cuando un gobernante que llega a sentarse en la silla principal, trono o similar, es un enfermo mental con un avanzado estado de oligofrenia, la cual tiene entre otras de sus características la “idiotez e imbecilidad” en diversos grados de intensidad, temas clínicos inherentes a dicha patología. 


Sumando estas dos razones, la nación que resulta ser secuestrada por un sujeto con este perfil, solamente le quedan dos caminos: la esclavitud, o el derrocamiento de su “príncipe”.

Para que un pueblo pueda recobrar su libertad, tiene entonces que escoger entre una revolución armada; un cambio pacífico de régimen por la vía de la democracia, la cual ya he manifestado que creo más en los extraterrestres; y finalmente, la eventual aparición de un líder que respete al pueblo, sus leyes, y sus costumbres. Esto último parece una utopía, pero la historia nos ha dado sorprendentes casos de excepción, los cuales y con toda la polémica que pueda desatar lo que voy a mencionar, son ejemplos palpables y verificables: El virreinato, el imperio de Maximiliano, el Porfiriato, el priismo desde Alemán a Díaz Ordaz 1946-1968, el Portillismo entre 1976 y 1981, el polémico Salinato, y el Foxismo de 2000 a 2006. Estos períodos carecieron de los verbos arruinar y descomponer, y aunque la leyenda negra diga lo contrario de los personajes que lideraron estas etapas de la historia, como decía mi abuelo: ¡A los hechos me remito! 


Estamos en medio de esa clásica fecha donde endiosamos a los arruinadores y descomponedores, por decirlo amablemente, o más bien, maquiavélicamente: ¡Viva Villa! ¡Viva la Revolución! y más que nada… ¡Viva Madero! Quien junto a Juárez, parecen haber resucitado o reencarnado en el actual ocupante de Palacio. 


Entro en materia para la efeméride que nos ocupa: La Reinvolución Mexicana.

 

Francisco I. Madero… ¿Apóstol de la democracia? Querido lector… si bien soy escritor de novela histórica, no soy guionista de comedias, o dicho de otro modo, no cuento chistes. Este riquísimo hacendado coahuilense nació en Parras de la Fuente en 1873, al año siguiente que había muerto Juárez. En el ocio que da la holgura económica, seguramente un día se le apareció algún espíritu, y le dijo que había que “arruinar y descomponer” la obra del general Díaz. Insisto que no es broma, pues Madero practicaba el espiritismo, tema ampliamente conocido y del dominio público.


Era el año de 1908, y Madero ya tenía cinco años de casado con Sara Pérez Romero, queretana nacida en San Juan del Río. Al coahuilense le llegaba la inspiración y se había dado a la tarea de escribir un libro por demás interesante, y de obligada lectura para cualquier interesado en nuestra historia. Su título: “La Sucesión Presidencial en 1910”. Hay que leerlo con la cabeza fría, y analizando cada párrafo, pues debo reconocer que Panchito escribía de una forma por demás seductora. 


Por otro lado, John K. Turner publicó varios artículos en la revista American Magazine en 1909, los cuales posteriormente se editaron como libro en 1910, el cual junto con el anterior fueron nitro y glicerina para el gobierno de don Porfirio. Este éxito editorial de la época se llamó “México Bárbaro”, y ambos, tuvieron un efecto devastador gracias a mentiras torcidas como verdades. 


John Kenneth Turner formaba parte de los socialistas, anarquistas y wooblies, del oeste rojo estadounidense, miembro de la International Workers of the World (IWW), quienes apoyaron a los magonistas que vivieron en el exilio en Los Ángeles.


Turner fue un miembro activo importante en las organizaciones que defendían a los magonistas ya presos y sujetos a juicio. Cuando los procesados fueron condenados, los socialistas de Los Ángeles y la comunidad magonista en libertad, continuaron el trabajo iniciado por los líderes del PLM Partido Liberal Mexicano. La campaña en contra del gobierno de don Porfirio continuó, y la denuncia de la persecución de que eran víctimas los mexicanos que se enfrentaban a Díaz, se publicó en periódicos de izquierda y en el mismo “Regeneración” de Ricardo Flores Magón, ¿le suena? cuya página en inglés estaba a cargo nada más, y nada menos, que de Kenneth Turner y su esposa, Ethel Duffy.


Los Flores Magón quedaron libres en agosto de 1910, y Turner continuó colaborando con ellos. En 1911, en pleno levantamiento maderista, el PLM desató las hostilidades en contra de Porfirio Díaz en California. Turner se vio muy servicial, pues fue uno de los compradores de las armas que se usaron para la “reinvolución” y gentilmente las condujo hasta la frontera con México. Era de esperarse que él no hubiere participado directamente en las acciones militares. ¡Que sean otros los que se maten!


El presidente norteamericano William Howard Taft y su homólogo mexicano don Porfirio Díaz, habían hecho frente común en contra de ellos por medio de la represión y el desprestigio de su causa. El temor de los magonistas es que Estados Unidos protegiera militarmente a Díaz ante un movimiento revolucionario, el cual se basaba en los intereses económicos estadounidenses y mexicanos que tenían en común.


Sin embargo, después de noviembre de 1910 y para sorpresa de los hermanos Flores Magón, y sus seguidores, las autoridades de Estados Unidos dejaron sólo a Díaz en su lucha contra el maderismo, a la que los magonistas llamaron: la “revolución conveniente”. 


Había estallado en toda forma la “reinvolución”, y con 80 años cumplidos, don Porfirio subía las escalinatas del vapor Ypiranga el 31 de mayo de 1911 para autoexiliarse en Francia. 

En este orden: Turner, Madero, los Flores Magón, e incontables “reinvolucionarios” habían conseguido su objetivo, pero al espiritista Madero, se le habría de aparecer en menos de dos años su “contrareinvolucionario” llamado Victoriano Huerta, quien el 18 de febrero de 1913 ya se había “despachado” a su hermano Gustavo Adolfo, y al día siguiente, el 19, a punta de pistola lo hacía firmar su renuncia a él y a su vicepresidente José María Pino Suárez, con la promesa de que podrían autoexiliarse. Ese mismo día, a las 5:15 de la tarde, y a falta de presidente y vicepresidente, el secretario de relaciones exteriores Pedro Lascuráin Paredes, asumía constitucionalmente la presidencia. Como dato curioso era nieto del traidor general Mariano Paredes Arrillaga, quien desobedeciendo órdenes expresas de su presidente José Joaquín Herrera, no fue a rescatar Tejas en 1845, y por el contrario le dio un golpe de estado para arrebatarle la presidencia. ¿Genética o destino familiar? 


Claro que Lascuráin ya estaba de acuerdo con Huerta para nombrarlo secretario de gobernación, y de este modo pudiera entregarle el mando. Esta función de teatro duró 45 minutos. A las 6 de la tarde, Huerta protestaba como presidente constitucional de México. Este miércoles 19 estuvo lleno de acción, pero faltaba un final inesperado. Tres días después, el 22 de febrero, Madero y Pino Suárez eran asesinados a sangre fría a un lado de la prisión de Lecumberri, por órdenes de Huerta. El telón se bajaba, y el espíritu de Madero fusionado al de Juárez, habrían de reencarnar juntos y revueltos hasta el 2 de julio del 2018. Nadie ha invocado tanto los espíritus del coahuilense y el oaxaqueño de la forma como lo ha hecho el tabasqueño todas las mañanas. 


Ahora bien, no es mi propósito hablar del período de la mal llamada revolución mexicana, pues resultaría inacabable, eterno, pero más que nada fútil. He preferido concentrarme en el personaje que arruinó y descompuso el México que reconstruyó don Porfirio Díaz Mori, quien a la vez habría rescatado al México que arruinó y descompuso Juárez. Otro día haré una reflexión profunda sobre Maximiliano, quien no fue un invasor, y por el contrario, construía mientras el oaxaqueño arruinaba y descomponía en una oligofrenia de poder, que terminó en el asesinato (no fusilamiento) del segundo emperador de México.


Cabe aclarar que nuestro México en pubertad, pues 200 años es nada en la vida de un dizque nuevo país― que por su inmadurez natural ha permitido que Los Estados Unidos nos estén rompiendo una u otra pierna constantemente, y nos estén vendiendo muletas a través de innumerables y comedidos agentes nacionales ―como Madero― confabulados con extranjeros ―como Turner―. 


Puedo citar otras duplas muy interesantes como: Guadalupe Victoria con Joel Poinsett y Simón Bolívar con Miguel Santa María (fin del imperio de Agustín primero) ; Lorenzo de Zavala con David Burnett (independencia de Tejas); Nicholas Trist con José Bernardo Couto, Miguel de Atristáin y Luis Gonzaga Cuevas (Tratado Guadalupe Hidalgo con Manuel de la Peña y Peña de presidente, para entregar la mitad del país); José María Carvajal con Herman Sturm (Tratado Carvajal – Woodhouse, para comprar armas en USA en 1867 y que Juárez pudiera vencer alevosamente a Maximiliano); Robert Milligan McLane con Melchor Ocampo (siendo Juárez el jefe, para ceder tres derechos de paso y el istmo de Tehuantepec); Henry Lane Wilson con Victoriano Huerta (plan para asesinar a Madero); Presidente Calvin Coolidge con el presidente Álvaro Obregón (Tratados de Bucareli 13 de agosto de 1923). 


Si después de leer el párrafo anterior, querido lector, no requiere una bolsa para el mareo, es que usted tiene un estómago muy resistente.


Nota importante: Si estaba buscando el nombre de Santa Anna, debo decepcionarlo, pues el jamás buscó a extranjero alguno para traicionar a México. El Tratado de la venta de la Mesilla requiere una explicación tal, que cuando la conozca con más detalle, comenzará a revalorar al “dictador”, pues gracias a don Antonio ―y por favor acostúmbrese a leerlo así de mi persona― fue que no perdimos otra mitad del país en 1853. En cambio le platicaré otra ocasión sobre el traidor y titiritero más peligroso y taimado que ha tenido México, a quien la historia no solo lo ha dejado ileso, sino que por el contrario ha puesto su nombre con letras de oro en el congreso, y curiosamente, arriba del nombre de Benito Juárez. Me refiero a: Valentín Gómez Farías. 


Concluyo con la siguiente idea:


Si en su ciudad, pueblo, villa, aldea, o comunidad “festejan” la “reinvolución”, y las escuelas donde asisten sus hijos o nietos cada 20 de noviembre, los disfrazan de “Villistas”, “Zapatistas”, o “Maderitos” acompañados de dóciles “adelitas” que irán a pie detrás de su “hombre a caballo”, y además armados con su correspondiente carabina, canana o “bandolera”, le ruego que reflexione la forma como están adoctrinando subliminalmente a su niño, y que no es otra cosa que convertirlo en un potencial “bandolero”, quien estará esperando que “el río esté revuelto” para unirse a “la bola”, la cual saldrá a matar y robar sin la menor idea de lo que sucede. La “revolución”no existe como tal, y si algunos le llaman la “Robolución”, lo cual es más acertado, yo insisto que es la “Reinvolución”. 


CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY

¿Ya leyó ENTREVISTAS EN EL TIEMPO?

Con el formato de una verdadera entrevista, tomo mi máquina del tiempo y me traslado a determinado lugar y fecha, para encontrarme cara a cara con diversos personajes de nuestra historia. En una ocasión fue con Madero, y en dos, con don Porfirio Díaz Mori. 

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