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¡Teniente Juan de la Barrera! ¡murió por la patria! ¡Subtenientes Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Agustín Melgar, Vicente Suárez, y Juan Escutia! ¡murieron por la patria!
Eran muy jóvenes. Tendrían 18 a 19 años promedio, y comenzaban su carrera militar. Pelearon más con el corazón que con el fusil, y fueron víctimas de un ejército notoriamente superior en número y armas. Quedaban otros treinta y siete cadetes, de los cuales uno de ellos tenía apenas 15 años.
La batalla de Chapultepec se daría entre el 12 y 13 de septiembre de 1847 tratando de defender el castillo, y donde estaba la academia militar con 43 cadetes. Estaba comandada por el antiguo insurgente, el general Nicolás Bravo, a quien le desertaron una cantidad de hombres tal, que solo le quedaron 200 hombres para enfrentar al general Pillow y Quitman, bajo las órdenes del general Winfield Scott. Parque, armas y cañones si tenía, pero con la deserción ya no habría quien los usara. Entre los golpes de suerte lograron asestarle un tiro a Pillow dejándolo muerto. No obstante, Bravo no arengó a los desertores y los dejó ir sin mayores consecuencias. Horas después le exigió a Santa Anna que le enviara tropas, y aunque no lo hizo de inmediato pues eso representaba rehacer todos los acomodos al general y presidente, finalmente la mañana del día 14 intentó reforzarlo, ya sin éxito. La batalla estaba perdida, y estos seis cadetes habían muerto. Cuenta la leyenda que uno de ellos se lanzó envuelto en la bandera, mientras Bravo se escondía para rendirse. Este personaje nunca defendió a los ―43― cadetes.
Era el mismo 13 de septiembre, cuando Scott estaría ejecutando en los alrededores del castillo, a 31 soldados irlandeses desertores del ejército estadounidense, conocido como Batallón de San Patricio, en forma simultánea a que izaba la bandera de las barras y estrellas en lo alto del castillo. John Riley, el comandante de dicho batallón habría logrado escapar.
La historia oficial, siempre de corte liberal, esconderá las traiciones y actos de cobardía. Bravo se escondió, se rindió, y se entregó. Los niños cadetes sobrevivientes fueron hechos prisioneros, pero fueron liberados contra la firma del tratado Guadalupe Hidalgo. Uno de ellos recibió la medalla de honor por la defensa de la batalla. Su nombre: Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo.
Miguel Miramón fue el presidente más joven de la historia de México. Estaría ocupando este cargo el 2 de febrero de 1859, cuando el había nacido el 29 de septiembre de 1831. Tenía 27 años.
El 6 de marzo del mismo año ’59, ya había sitiado en Veracruz a Juárez, pero la oportuna ayuda de la flota estadounidense le dio la victoria al oaxaqueño. En 1861, Miramón fue finalmente derrotado por Jesús González Ortega, terminando la guerra de Reforma, y fue la razón por la cual tuvo que escapar a Cuba.
El joven Macabeo, como se le conocía por su fiereza al pelear y en alusión al personaje bíblico Judas Macabeo, regresó en 1863 para ofrecer sus servicios al recién instalado emperador Maximiliano, quien dudó de su reputación y lo mandó a estudiar táctica militar a Alemania. En 1866 regresó y estuvo a punto de atrapar a Juárez en Zacatecas.
En 1867, el general Leonardo Márquez propuso sitiar Querétaro, pero Miramón se opuso terminantemente al visualizar las desventajas que el lugar tenía. Maximiliano no le hizo caso a Miramón, y la superioridad numérica de Juárez, la gentil ayuda de soldados norteamericanos con armas de alta tecnología, terminaron en la derrota definitiva del joven Macabeo. Con ello terminaba el segundo imperio mexicano.
El séptimo niño héroe ¡vivió por la patria! se salvó de las balas del invasor gringo, pero ¡murió por la patria! fusilado el 19 de junio de 1867 por la balas de Juárez. Igual…un día 19 pero de julio de 1824, moría asesinado por fusilamiento sin juicio Agustín de Iturbide, bajo la presidencia y satisfacción de Guadalupe Victoria, Miguel Domínguez y adivine, querido lector… de Nicolás Bravo.
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
Nicolás Bravo jamás fue juzgado por tan vil omisión que le habría hecho perder la batalla del castillo de Chapultepec. No obstante, este ex insurgente no se salva de un juicio en mi novela.
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