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Querido lector: después que usted termine de leer este pequeño ensayo, podrá comprobar la razón del porqué dejé a este personaje fuera de mi saga: "CALLES QUE MIENTEN". Si bien no comulgo con personajes violentos, asesinos o destructores, características que no está exento Emiliano Zapata, hay otra faceta que nunca ha dejado de llamarme la atención del morelense, la cual expongo aquí brevemente.
Creo que Zapata es un personaje que tejieron Comonfort, Lerdo, Juárez, Díaz, León de la Barra y Madero, sin habérselo propuesto. Los seis acabaron con su paciencia el 28 de noviembre de 1911, al haberlo empujado a promulgar su Plan de Ayala. Me explico:
En mi libro: "Entrevistas en el Tiempo 1519-2019", platico con muchos personajes sobre diversos temas, pero, en el fondo está influido poderosamente por lo que le pasa a la tierra, al suelo que pisamos, y en especial, a la facilidad y simplicidad con las que muchos gobernantes han dispuesto de ella, violando los más elementales principios de la propiedad privada.
Cuando Emiliano Zapata promulga su plan, bajo el lema de "Tierra y Libertad”, a un año y ocho días de haber explotado la revolución maderista, esparciéndose por todo el territorio nacional la doctrina de que "la tierra es de quien la trabaja”, es porque el hartazgo, la impotencia y la franca esperanza real de la mayoría de la población avizora una luz al fondo del túnel: la posibilidad de convertirse en terratenientes sea como sea, es decir, por la buena, haciendo valer su título de propiedad virreinal; o por la mala, yéndose a plantar encima de ella por la fuerza de las armas, bajo el pretexto de sembrarla, trabajarla y, por ese simple efecto, convertirse en propietario.
En la entrevista que tuve con don Emiliano, creo haberlo convencido de que "La tierra NO es de quien la trabaja". Claro está que, en una revolución armada, todo es caos y aplica el refrán "A río revuelto, ganancia de pescadores”. Es por ello por lo que, en 1910, Zapata todavía ve una oportunidad real de reivindicar las tierras que le habían sido arrebatadas a su gente varias generaciones atrás, bajo diversos pretextos y legalismos, por Comonfort, Lerdo, y Juárez.
Sin embargo, y después de fallidos intentos de convencer a Madero de cumplir sus promesas de ayudarlos a crear los tribunales que permitieran materializar aquella reivindicación —la devolución histórica de sus legítimas tierras—, Zapata pierde la paciencia en apenas un año; además de desconocer a Madero como presidente, lo define como un "traidor” en el artículo 2º del Plan de Ayala. Tenía razón.
Y no sólo tenía razón, sino que Madero se suma a la lista de los gobernantes que le hacen perder la paciencia con leyes expropiatorias mal diseñadas, que generan agravios y resentimientos generacionales muy profundos. Madero realmente traicionó no sólo a Zapata, sino a buena parte del espíritu de la revolución que él mismo planeó y puso en marcha.
Zapata era un individuo con un nivel cultural razonable, pues en el artículo sexto de su Plan de Ayala demuestra que había una estrategia bien pensada. En primer término, proponía que dicha devolución de tierras a sus legítimos dueños sería recuperándolas por las armas, mas, en caso de que algún hacendado propietario quedase inconforme, podría dirimir la querella por conducto de tribunales instalados al término de la revolución, presentando su título de propiedad... ¡si es que lo tenía!
Zapata nunca propuso lo que hoy hacen invasores baratos y despiadados, como las asambleas de barrios en la CDMX, que se meten a propiedades y se confabulan con el registro público de la propiedad para hacer de las suyas, por la mala y de la manera más vil, quedándose con predios respaldados con escrituras falsas.
Asímismo, en el siguiente artículo del susodicho Plan de Ayala, es decir en el séptimo, habla de expropiar para repartir a los más necesitados, lo cual es normal en toda revolución, y resulta ser la principal motivación para que el lider tenga seguidores. Sin embargo, la enorme diferencia fue que si Juárez que no le dio un centavo a la Iglesia, y Villa nada más ocupó tierras y haciendas con lujo de violencia y asesinatos, Zapata señaló en este documento que serían indemnizados con la tercera parte de su valor. Creo que Zapata tenía un concepto de la propiedad privada, que Juárez, Villa y otros, carecían totalmente.
No, Zapata no quería caer en lo que él y sus ancestros habían padecido. Él quería reivindicar, legal y permanentemente, todas esas tierras que Madero había prometido restituir y, además, indemnizar, producto de la polémica Ley de Terrenos Baldíos, vigente durante el gobierno de Porfirio Díaz. Definitivamente, a Madero le entró la amnesia de lo que él mismo escribió en su propio Plan de San Luis; eso fue lo que exasperó a Zapata.
Desde 1909, Pablo Escandón, que gobernaba el estado de Morelos, ya había expedido una simpática ley, que se llamaba "Decreto sobre revaluación general de la propiedad raíz”, donde extinguía cualquier proceso legal sobre recuperación de tierras, aguas y montes, lo que a Zapata ya le había prendido la mecha desde entonces.
Entre 1910 y 1911, Zapata ya estaba en plena acción dentro del caos de la revolución y había logrado "recuperar” por la fuerza Anenecuilco, su tierra natal, así como Villa de Ayala, Moyotepec, Huajar, Jojutla, Axochiapan, Jonancantepec, Cuautla y, paradójicamente, la hacienda de Chinameca, donde, un día como hoy, pero de 1919, fue emboscado y acribillado a traición, a manos de Jesús Guajardo por órdenes de Carranza, quien a su vez moriría de la misma forma al año siguiente.
Si usted querido lector, no está al tanto de esta última noticia, no se preocupe, pues ya se enterará en la entrevista que le hice en mi libro, a EL DEFENSOR DE LA PROPIEDAD PRIVADA. Así, con mayúsculas.
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
En mi encuentro con Zapata, discutimos en buen plan, que la tierra no es de quien la trabaja, sino de quien tiene un título legítimo.
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